Este ático, ubicado en una elegante finca clásica con portero y excelente accesibilidad, destaca por su privilegiada situación y por una amplia terraza con vistas despejadas, sin edificios altos enfrente. El ascensor llega directamente a la última planta, donde solo comparten espacio cuatro vecinos por nivel, lo que garantiza privacidad y exclusividad.
La vivienda disfruta de una luminosidad excepcional gracias a las ventanas situadas a ambos lados del pasillo, que se abren a agradables patios interiores. El amplio salón, con acceso directo a la terraza, permite contemplar espectaculares atardeceres madrileños y ofrece un espacio perfecto para el descanso en un entorno tranquilo.
Aunque requiere reforma, la propiedad combina el encanto de la arquitectura clásica con un gran potencial de personalización y una alta rentabilidad futura, lo que la convierte en una opción atractiva tanto como residencia propia como inversión patrimonial a largo plazo.